La relación directa entre una alteración oclusal y un trastorno articular no es algo que se cumpla siempre. Sin embargo, en pacientes con alteraciones mandibulares, deberemos hacer siempre un análisis oclusal ya que está demostrado que puede ser un factor etiológico de primer orden.
Clase I:
Debido al resalte aumentado, la disoclusión en los movimientos de protrusión no ocurre de manera inmediata, lo que genera interferencias posteriores que transmiten las fuerzas a la articulación además de provocar disfunción muscular.
Va asociada a un estiramiento de músculos y ligamentos y en ocasiones a una compresión de los tejidos blandos adyacentes al disco articular.
Clase II:
En este caso, el rango de movimiento está limitado debido a la sobremordida y además, obliga a los cóndilos a posicionarse distalmente, lo que genera inflamación de los tejidos. Va asociado a dolor temporomandibular retrodiscal.
Clase III:
En muchas ocasiones hay ausencia de guía anterior y existe falta de disoclusión durante los movimientos protrusivos. Puede existir, además, ausencia de guía canina, lo que da lugar a anomalías en los movimientos excéntricos que pueden desencadenar traumatismo oclusal o disfunción temporomandibular.
Aumento de la dimensión vertical:
Suele deberse a causas iatrogénicas por prótesis con una oclusión muy alta que obliga al paciente a mantener una posición de semiapertura y una separación permanente de las superficies articulares. Esto da lugar a un aumento de cartílago en la zona para mantener la íntima relación entre las distintas superficies.
Disminución de la dimensión vertical:
Puede deberse a distintas causas, como reducción de la corona clínica, ocasionando una intrusión y compresión condilar en el espacio retrodiscal, que está muy inervado y vascularizado, apareciendo el componente doloroso característico de estas situaciones.
Esta presión intraarticular en la ATM se puede modificar aumentando la dimensión vertical, lo que reduciría de manera evidente el dolor.